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El dramático caso de un chico electrodependiente

Para entender el caso con la crudeza que exige: sin el aparato eléctrico
que lleva oxígeno a sus pequeños pulmones día y noche (las 24 horas), muere en uno o dos minutos; testimonio de Facundo Ferro, abogado de la familia.
 
Antes del aumento de tarifas, la factura de electricidad de la familia Stefanizzi era de 300 pesos.
 
Pero trepó a 2.200.
 
Cifra inalcanzable para Mauro, que gana 11 mil pesos como empleado de comercio y debe, además de sostener a su familia, mantener el cuarto de Joaquín en condiciones especiales.
 
Al conocer su caso, muchas almas nobles le ofrecieron dinero. Pero Mauro fue realista y tajante: "No quiero plata porque pago este mes… ¿y después? Porque lo de Joaquín es crónico".
 
Después de la factura de 2.200 pesos –para ellos, una puñalada–, Mauro empezó una cruzada para conseguir tarifa social: largos trámites con el ENRE y el Ministerio de Desarrollo Social…
 
Pero mientras llovía una catarata de llamadas de ayuda, incluida la de un abogado que ofreció gratis sus servicios, el Gran Demonio Burocrático, que es grande y pisa fuerte, sacó sus uñas…
 
Según Mauro, lo llamaron de la empresa Edesur: "Querían constatar los datos, y nos preguntaron si teníamos grupo electrógeno. Silencio. Les pregunté si nos iban a dar un equipo electrógeno, me dijeron que iban a comunicarme con otra persona, y esperé en vano. Se cortó, y no volvieron a llamarme".
 
La última vez que los Stefanizzi sufrieron un corte de electricidad que duró… ¡cinco días!, debieron llevar a Joaquín a la casa de su abuela. De lo contrario, hubiera muerto…
 
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