El primer rodado en llegar al puesto fue la camioneta, conducida por Rodríguez, quien transportaba los 97 kilos de cocaína. Por detrás, llegó el auto en el que viajaban Carlos, como chofer, y Fernández en calidad de acompañante.
En principio, el personal de la policía local actuó de manera habitual, pues en el puesto se realizan controles de prevención, tales como test de alcoholemia, dada la proximidad con el dique Cabra Corral, lugar que suele tener alta concurrencia por sus paisajes y otros entretenimientos turísticos.
El control de rutina cambió con la aparición en el lugar de “Aquiles”, un can antinarcóticos, que motivó que Fernández, quien esperaba sentado en el auto casi distraído, se agarrara la cabeza al ver al perro y a los gendarmes.
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